En el camino de la meditación y el autoconocimiento, encontramos muchas sorpresas. Algunas de ellas nos llenan de gozo: la quietud inesperada en una sesión, una comprensión súbita que nos ilumina el corazón, el alivio profundo de soltar un peso que ni siquiera sabíamos que cargábamos. Pero también hay momentos desafiantes, esos en los que algo dentro de nosotros se revuelve, se opone, protesta. Y, a veces, ese “algo” se despierta frente a la figura del maestro.
Nos encontramos molestos con sus palabras, irritados por su manera de hablar, frustrados con su método o su forma de responder. Quizás nos parece distante, quizás demasiado cercano. Quizás sentimos que nos ve demasiado o que no nos ve en absoluto. Y en ese malestar, en esa resistencia, hay una oportunidad inmensa: estamos en el lugar adecuado.
La Resistencia y el Maestro
En toda tradición espiritual hay un reconocimiento de que el maestro no es solo una persona, sino una manifestación de la enseñanza misma. Su papel no es complacernos, ni confirmarnos en nuestras creencias, sino ayudarnos a ver más allá de nuestras limitaciones. A veces, lo hace con dulzura y ternura. Otras veces, lo hace reflejándonos justo aquello que no queremos ver.
Cuando sentimos resistencia hacia el maestro, lo primero que podemos hacer es detenernos y observar: ¿Qué está pasando dentro de mí? No se trata de justificar sus acciones o de convencernos de que todo lo que hace está bien. Se trata de preguntarnos con honestidad: ¿Por qué esto me toca de esta manera? ¿Qué parte de mí se siente amenazada?
El maestro, por su naturaleza, es alguien que desafía nuestra autoimagen. No importa cuánto lo idealicemos o lo rechacemos, él nunca coincidirá del todo con nuestras expectativas. Y eso es una bendición disfrazada.
Nuestros Cursos de Meditación
Cursos de iniciación, de profundización, y avanzados.
Curso de Meditación y Neurociencia
Infórmate AquíLo Personal y lo Impersonal
La mente personal se aferra a sus preferencias, a sus juicios, a su necesidad de sentirse validada. Cuando el maestro dice algo que no nos gusta, cuando no nos presta la atención que esperábamos, cuando nos corrige o cuando simplemente no nos entiende como quisiéramos, se activa esa parte nuestra que aún cree que todo debe girar en torno a nuestras necesidades.
Pero la enseñanza no es personal. No se trata de que el maestro nos quiera o no nos quiera, de que nos apruebe o nos rechace. Se trata de que nos está mostrando algo. Si logramos dar un paso atrás y ver la situación con más amplitud, descubrimos que la fricción no es con él, sino con lo que él representa: el proceso mismo de transformación.
En palabras de Anthony de Mello: “La gente que más te molesta es tu mejor maestra. Te están mostrando dónde aún estás atrapado.”
Abrazar la Resistencia
En vez de luchar contra nuestra resistencia, podemos abrazarla. No como un enemigo, sino como una señal. La resistencia nos dice: “Aquí hay algo que aún no has visto con claridad.” Nos invita a mirar más profundo.
Podemos hacernos algunas preguntas poderosas:
- ¿Qué parte de mí está reaccionando con molestia?
- ¿Qué expectativas tenía sobre el maestro? ¿De dónde vienen?
- Si su presencia o sus palabras me hacen sentir pequeño, insuficiente o frustrado, ¿qué creencias hay detrás de esa sensación?
- ¿Puedo abrirme a la posibilidad de que esto que me molesta sea, en realidad, una oportunidad de aprendizaje?
Cuando dejamos de ver la resistencia como un obstáculo y comenzamos a verla como un portal hacia la verdad, algo cambia. El maestro deja de ser un problema y se convierte en un espejo. Y en ese reflejo, podemos vernos a nosotros mismos con más claridad.
Nada es Personal, Todo es Camino
Si logramos ir más allá de la lucha con el maestro, nos damos cuenta de algo esencial: la enseñanza no depende de él. No importa si es cálido o distante, si es un gran comunicador o alguien reservado. Lo que importa es cómo nosotros nos relacionamos con lo que nos despierta.
A veces, el maestro es amoroso y nos sentimos acogidos. Otras veces, su enseñanza nos confronta y nos resistimos. Pero en ambos casos, la enseñanza sigue ahí, inmutable, esperando a que nos abramos a ella. Lo que nos molesta de él no es sino la fricción de nuestro ego con la verdad.
En la tradición Zen, se dice que el maestro es como una piedra de afilar. No está ahí para ser agradable, sino para ayudarnos a pulir nuestra comprensión. Si sentimos que nos está “raspando” demasiado, es porque hay algo en nosotros que aún no está suave, que aún necesita trabajo.
El Lugar Adecuado
Cuando nos enfrentamos a la resistencia con honestidad, dejamos de preocuparnos por si el maestro es el adecuado para nosotros. Más bien, nos damos cuenta de que nuestra presencia aquí es la adecuada. No estamos en el lugar equivocado. Estamos justo donde necesitamos estar.
Si nos molesta, es porque algo dentro de nosotros se está moviendo. Y si algo se mueve, es porque estamos creciendo.
Con el tiempo, la relación con el maestro se transforma. Dejamos de verlo como alguien que debe cumplir nuestras expectativas y comenzamos a verlo como un canal de la enseñanza. No importa si es un maestro formal o si la vida misma nos pone en situaciones que despiertan resistencia. Todo, en última instancia, es un maestro.
Nuestros Cursos de Meditación
Cursos de iniciación, de profundización, y avanzados.
Curso de Meditación y Neurociencia
Infórmate AquíMás Allá de la Resistencia
El verdadero aprendizaje no ocurre cuando todo es fácil y placentero. Ocurre cuando enfrentamos nuestros límites, cuando nos atrevemos a mirar lo que duele, cuando dejamos de luchar contra lo que es.
Si el maestro nos molesta, es una invitación a ver nuestra propia mente en acción. Es una oportunidad de soltar lo personal y abrirnos a algo más grande.
No hay nada que corregir en la enseñanza. No hay nada que corregir en el maestro. Solo hay una pregunta que nos acompaña en el camino:
¿Estoy dispuesto a ver lo que esto me está mostrando?
MEDITACIÓN
y Grupos regulares Online y Presenciales
Tradiciones Budista, Advaita Vedanta
y Meditación y Neurociencia